Luis Antonio Corchero

El último Corchero

Si hay un negocio típico y familiar en Coria es la Pastelería El Pintor, que lleva nada más y nada menos que desde el año 1939 realizando pasteles y bombones artesanos. Un negocio, que ha ido pasando de generación en generación y que actualmente lleva Luis Antonio Corchero, nieto del primer dueño, quien por cierto era pintor, de ahí el nombre de la pastelería y la decoración de la misma, ya que en las paredes se pueden apreciar cuadros y bocetos realizados a mano alzada y fechados hasta en el año 1917.

Luis Antonio Corchero, tiene 43 años y desde bien pequeño ha estado rodeado del mundo de la pastelería, ya que la casa familiar está justo encima del negocio, ya que son un mismo edificio. «Desde chiquitino he estado correteando por la pastelería, pasaba muchas horas aquí, así que se podría decir que desde siempre he estado ligado a este mundo. Veía a mi padre trabajar durante horas y yo le ayudaba. Recuerdo que sobre todo me pedía ayuda para las tartas de bodas, porque antes eran de piso y era más complicado transportarlas».

A pesar de estar tan unido a la pastelería, Luis no tenía claro que su futuro fuera la respostería, ya que antes de formarse, tanteó otras opciones. «No sabía muy bien que hacer, al final decidí formarme con un ciclo, y descubrí que ya no es sólo lo que te enseñan en casa, si no también todo lo científico, porque aunque parezca que no, tiene este aspecto y es muy importante».

Como novedad de la tercera generación, Luis ha incorporado a la carta de la pastelería 12 tipos de bombones muy especiales, con diferentes sabores, y en los que entra a formar parte la ciencia, ya que para ofrecer al público y al comensal un buen producto, es muy importante que el proceso de creación de los mismos bombones sea exacto.

La bombonería se considera la joya de la pastelería, por la técnica y lo concreto que tiene que ser todo en la elaboración. «Es importante tener muy en cuenta la temperatura y la humedad, porque un grado o dos más por encima de lo que deberíamos hacer que el chocolate ya no enfríe igual y que pueda no salir del molde o que su durabilidad no sea la adecuada».

Luis ha tenido que estudiar muchos libros para conseguir los bombones perfectos, como el de tomillo y miel, dos productos típicos extremeños que Luis junta en un bombón con el que ha querido representar la tierra extremeña, y de los que en temporada alta, cuando no hace calor, puede llegar a hacer 5 kilos semanales, o lo que es lo mismo, 500 bombones a la semana.

Mucho trabajo para dos manos, ya que Luis, actualmente, está solo en el obrador, porque su padre se jubiló hace unos años y de momento no ha encontrado la forma de que alguien le ayude, ya que «es complicado encontrar a un buen pastelero y que quiera sacrificarse, porque al final, yo no suelo tener días festivos, ni vacaciones, ni descansos».

Actualmente, Luis se plantea tener un ayudante en el obrador, que permita, además de la ayuda correspondiente, que la Pastelería El Pintor tenga más años de vida en un futuro. «El relevo generacional de la Pastelería El Pinto acaba por desgracia conmigo, soy el último Corchero, pero eso no tiene que suponer el cierre de la pastelería. En Plasencia se ha abierto un nuevo ciclo de repostería, igual es el momento idónea para que alguien venga a echarme una mano en el obrador y pueda en un futuro tomar las riendas».

• Temas
• Coria