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Elia Hernández Núñez en su finca
Admiración por el toro bravo

Admiración por el toro bravo

Elia Hernández Núñez: ganadera de bravo

J. LÓPEZ-LAGO

Miércoles, 22 de noviembre 2017, 14:06

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Tiene 83 años y la ilusión de una jovenzuela. Hace solo unos días, doña Elia, como la conoce todo el mundo, se dirigía ilusionada hacia su finca, donde iba a parir una vaca, y quería saber cuanto antes si alumbraría un macho o una hembra. No hay muchas ganaderas de bravo en España, pero en el norte de Extremadura existe una finca en Portaje, a pocos kilómetros de Coria, donde una mujer da las órdenes desde hace años para sacar las mejores reses bravas.

Ella reconoce que la tarea de seleccionar los animales la comparte con su hijo Arturo, con el que discrepa a menudo cuando se está tentando a algún ejemplar. De lo que nadie duda es de que si no es por el empuje de Elia Hernández Núñez (Torrejoncillo, 1934) esta ganadería cuyas reses pastan en la finca de Zagalviento de Abajo, en el término municipal de Portaje, no hubiera salido adelante.

Fue hija única y sus padres murieron jóvenes. Cuenta la ganadera que fue un tío suyo, Pantaleón Hernández, farmacéutico y ganadero al que solía acompañar, la persona que despertó en ella su interés, primero por el campo y después por los toros. Aunque ella sospecha que su afición es incluso anterior, de cuando estaba en el vientre de su madre y ésta ya admiraba estos animales. «Creo que tengo la afición desde antes de nacer», dice para recalcar la pasión que tiene por el ganado bravo, del cual terminó haciendo su forma de vida cuando cumplió los cuarenta años y consideró que sus cinco hijos estaban criados y podían valerse por sí mismos. Fue entonces cuando, en la década de los ochenta, decidió comprar vacas y sementales a la ganadería de Heraclio Pombo, de origen Atanasio Fernández, a la que luego añadieron un lote de Agustínez.

«Esto no deja de ser una aventura porque siempre ha habido tiempos malos para el ganado y para la fiesta. Pero las crisis importantes se han ido superando. Ahora mismo estamos en uno de esos tiempos complicados», decía doña Elia hace unos días antes de hablar orgullosa de cómo a su biznieta, de tres años, ya le encantan los toros, lo que hace un total de cinco generaciones de aficionados.

Cinco hijos

Ella tiene cinco hijos, siete nietos y esta biznieta. Entre sus hijos es el mayor, Arturo Pérez, el más aficionado. Él es quien la lleva y la trae diariamente a su finca, pues residen en Coria, y el que ayuda a gestionar el hierro. Además, el hijo es conocido por sus pinturas de temática taurina, lo que le ha llevado a organizar numerosas exposiciones. «Cuando estudiaba Derecho todas las libretas las tenía con dibujos de cabezas de toros», recuerda su madre con humor para subrayar la afición a la pintura de su hijo. Según su primogénito, «ella es el alma de la ganadería, nos indujo a crearla y es la aficionada de verdad. Yo no hago nada sin consultarle antes».

Otra hija es arquitecto y da clase en la universidad. También hay otro profesor, una hostelera que tiene un negocio en Trevejo y que además es profesora de Bellas Artes y pianista, y un abogado que trabaja en un sindicato y vive en Bilbao. Ahora falta saber quién tomará el relevo en el futuro. Su sobrino Juan Carlos, que ya trabaja con mansos, es el que más posibilidades tiene.

Cualquiera se preguntará qué papel ha jugado su marido en la vida de ganadera de doña Elia. Arturo Pérez, fallecido en 2013, fue secretario judicial en Cáceres. «La aficionada era yo, pero él nunca me dijo que no me metiera en esto (...). Como ganadera yo nunca he encontrado obstáculos por el hecho de ser mujer, y es que la mujer en el mundo del toro tiene la misma afición que el hombre y los mismos conocimientos. Diría incluso que al contrario, que a mí siempre me han tratado con mucho respeto».

Varios homenajes

A lo largo de su vida, doña Elia ha recibido varios homenajes, el último el que le organizó la Asociación Jóvenes Taurinos de Coria.

Según dice, ya no va a tantas corridas de toros como antes, algunas las ve en televisión, y en cualquier caso declara que a ella, más que la lidia del animal lo que lo apasiona es la estampa de los astados. «Más que de ir a las corridas yo soy más de ver los toros en el campo, eso es lo que de verdad me gusta».

No obstante, la pregunta sobre qué toreros admira es obligada. Habla de Manolete, al que vio torear, y de Curro Romero. De la última generación cita a Morante de la Puebla con pena debido a su retirada reciente, que espera sea temporal. En cualquier caso, explica que por su finca han pasado todo tipo de toreros. «Son como de la casa Frascuelo (Carlos Escobar) y Emilio Rey, aunque a todos los extremeños en general, por ser de la tierra, siempre les hemos abierto las puertas», dice esta mujer que conserva la ilusión del primer día.

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